Abrí los ojos, abrí las uñas, abrí la lengua, abrí el estómago, úlceras futuras erradicadas, abrí la noche y se abrió un lucero y fue el más bello lucero. Luego amaneció y algo más bello mató al lucero, vino el día, surgió la temperatura y desapareció el lucero. Volvieron las nubes, volvió la noche y volvió con la promesa de un lucero inagotable pues lo inagotable también cambiará habiendo surgido cosas nuevas.
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